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Foto del escritorOlimir Centro Psicosocial

Compras compulsivas, ¿un problema de salud mental?

El hacer compras constituye una acción cotidiana en esta era. A través de las compras obtenemos bienes y servicios que permiten satisfacer necesidades básicas como la alimentación, ropa, algún objeto de uso para el hogar, o el placer de vacacionar en algún lugar distinto al de residencia habitual.



Cuando el fenómeno de comprar trasciende más allá de la resolución de situaciones o necesidades cotidianas, se pudiera estar frente a un problema, que algunos autores denominan Oniomanía o Trastorno de Compras Compulsivas. En general lo asocian a trastornos del estado de ánimo, ansiedad, abuso de sustancias y trastornos alimentarios.

Se calcula que el 5.8% de los estadounidenses se ve afectado por conductas de compras compulsivas en su vida.


La compra compulsiva es un deseo incontrolable de comprar, que resulta en el gasto de grandes cantidades de tiempo y dinero en la actividad. En general, una persona que compra compulsivamente tiene la necesidad de comprar en respuesta a emociones negativas y con frecuencia tiene problemas con las relaciones y las finanzas como resultado de su conducta de compras.


¿Cómo es un comprador compulsivo?


Las personas que padecen este trastorno tienden a comprender y valorar mal sus sentimientos, teniendo dificultad para distinguir entre deseo y necesidad, además de tener poca tolerancia a los estados psicológicos desagradables, tales como el mal humor, la tristeza, la soledad, y la frustración. Las compras compulsivas no se limitan a las personas que sobrepasan las compras más allá de sus medios y posibilidades, sino que también incluye a personas que emplean una cantidad excesiva de tiempo yendo de compras o que crónicamente planifican comprar cosas, aunque nunca las compren.

Algunos profesionales clasifican las compras compulsivas como un trastorno obsesivo compulsivo, mientras que otras la relacionan con un trastorno de control de impulsos. 


Aunque la compra compulsiva no se reconoce en la clasificación principal de los sistemas de los trastornos mentales (CIE-10 y DSM-5), son conductas problemáticas, por lo que muchos autores han propuesto incluso sus propios criterios diagnósticos.


Las personas afectadas con este tipo de conductas deben ser evaluadas por un profesional de salud mental, quien podrá establecer si la conducta representa un problema, podrá descartar un diagnóstico específico de alguno de los trastornos que suelen acompañar estas conductas e indicar el tratamiento más adecuado. Los especialistas que atienden este tipo de problema, intervienen favoreciendo la toma de conciencia sobre la naturaleza compulsiva de esta conducta, a través de terapia individual o de grupo. Posiblemente la mejor estrategia para controlarla es la terapia cognitivo-conductual.

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